"Más del 30% de los pacientes con cáncer recibe una medicación ineficaz que no afecta a su enfermedad. Esta situación devastadora causa efectos secundarios innecesarios e incurre en complicaciones médicas, además de en costes". Así lo manifestó el pasado 10 de abril Avi Schroeder, director del Laboratorio de Medicina Personalizada de Instituto de Tecnología de Israel, en el simposio “Materiales mesoporosos de 1991 a 2018”, organizado por la Fundación Ramón Areces y coordinado por Marita Vallet-Regí, jefa de grupo del CIBER-BBN en la Universidad Complutense de Madrid y en el que participaron varios miembros de su grupo.
Schroeder anunció el desarrollo de una tecnología que ayuda a detectar qué medicamento será más efectivo para cada paciente con cáncer antes de que comience el tratamiento. "El sistema actúa como una 'prueba de alergia' realizada dentro del tumor del paciente, probando la actividad de pequeñas dosis de diferentes medicamentos y generando información específica de la actividad del enfermo. Usando esta prueba de diagnóstico, es posible entregarle, en menos de una semana, una receta personalizada. Es un ejemplo más del impacto y del futuro prometedor que la nanotecnología va a tener en el futuro de la medicina", ha añadido.
En este campo trabaja, entre otros, el investigador Alejandro Baeza García, miembro del grupo de investigación de la Dra. Vallet-Regí en la Complutense y el CIBER-BBN. Según ha indicado en esta misma reunión en la Fundación Ramón Areces, "la falta de selectividad es uno de los principales inconvenientes de la quimioterapia actual". "Este hecho induce una toxicidad severa en los pacientes que obliga a la interrupción del tratamiento y, por lo tanto, compromete drásticamente las posibilidades de curación. La nanomecidina se ha convertido en un arma novedosa en la lucha contra esta compleja enfermedad. El uso de nanovehículos estratégicamente diseñados y capaces de reconocer las células tumorales ha proporcionado alternativas prometedoras para la erradicación precisa y segura del tumor. Las nanopartículas de sílice mesoporosas pueden destruir células tumorales de forma selectiva y segura, reduciendo además la toxicidad de la terapia antitumoral", ha indicado.
Todos estos expertos han participado en el simposio internacional dedicado a las aportaciones de los materiales mesoporosos, desde su descubrimiento por el japonés Kazuyuki Kuroda en 1991 hasta nuestros días. En el campo de la medicina, estos materiales inorgánicos son capaces de liberar moléculas biológicamente activas y de regenerar tejidos. La coordinadora de este encuentro, María Vallet, es responsable del descubrimiento de las aplicaciones biomédicas de estos materiales en la regeneración ósea y en sistemas de liberación controlada de fármacos. "El desarrollo de sílice mesoporosa ordenada a principios de los 90 fue un paso considerable que ha impulsado actividades de investigación en cientos de laboratorios en todo el mundo. El número de aplicaciones se ha multiplicado por muchos enteros. Desde la catálisis hasta la nanomedicina, la utilización de estos materiales es inmensa. Esta afirmación se sustenta con las más de 70.000 publicaciones encontradas sobre este tipo de materiales en estos 27 años", ha afirmado.
El investigador Fuyuhiko Tamanoi, del Departmento of Microbiología, Immunología y Genética Molecular de la Universidad de California (UCLA), ha indicado cómo "debido a la estabilidad relativa de estos materiales mesoporosos, se pueden aplicar varias máquinas para estimular esas nanopartículas bien con luz o campos magnéticos para favorecer la liberación inducida de medicamentos contra el cáncer. Estos métodos prometen revolucionar el tratamiento del cáncer en el futuro", ha expresado. Alberto Gabizon, presidente del Instituto Oncológico de Shaare Zedek, en Israel, ha incidido en cómo "las nanopartículas pueden proporcionar un control efectivo de la velocidad de liberación y la distribución tisular de su carga útil de fármaco, lo que conducirá a cambios farmacocinéticos y farmacodinámicos importantes en relación con el fármaco libre".
Los materiales mesoporosos también se postulan como una prometedora herramienta para el tratamiento de otras muchas enfermedades. En este sentido, Isabel Izquierdo-Barba, del grupo de Vallet-Regí (CIBER-BBN-UCM), ha apuntado a cómo los dispositivos mesoporosos de administración de antimicrobianos están demostrando una eficacia terapéutica alta en tratamientos antibióticos convencionales. "La infección bacteriana constituye una gran amenaza para la salud mundial y la resistencia a los antibióticos de las bacterias comunes ha alcanzado niveles alarmantes. De hecho, el mundo podría estar pasando a una 'era post-antibiótica'. El enorme potencial de los materiales mesoporosos como plataformas multifuncionales ofrece muchas oportunidades en este campo", ha asegurado esta investigadora.